Todo en la vida precisa de un plan (en la franquicia, también)

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precisa de un plan

Dicen que la diferencia entre un ingeniero nórdico y otro mediterráneo es que el primero emplea 18 meses en diseñar y 6 en ejecutar lo planeado; mientras que el meridional emplea 6 meses en la mesa de dibujo y 18 en ejecutar el proyecto. ¿No sucederá algo parecido con los emprendedores patrios, y por eso hay negocios que se topan con el siempre desagradable rostro de la ruina más a menudo de lo que sería deseable? Todo en la vida precisa de un plan. Incluido el sistema de franquicia.

Planificar el proyecto de una nueva empresa es tarea tanto del emprendedor que quiere iniciar su propia aventura empresarial, como de la compañía que desee crecer a través de nuevas vías de negocio como la franquicia. Incluso expandise requiere de un plan.

Seamos didácticos y comencemos preguntándonos: ¿para qué sirve y a quién puede resultar útil un plan de negocio? Se trata de un documento que vale para planificar el proyecto de una nueva empresa que quiere ponerse en marcha. Por eso mismo, existe una gran diversidad de guiones para redactar el documento según las características del emprendedor y del proyecto. Y es que, al final, el plan de empresa termina siendo un documento muy personal, en el que se puede percibir claramente la idiosincrasia y la manera de hacer las cosas del futuro empresario.

Con independencia del guión que se siga, otra forma de abordar el contenido de un plan de negocio es pensar cuáles son las preguntas que se deberían responder. Este documento debe poder dar respuesta, en primer lugar, a las dudas del propio emprendedor, y en segundo, a las preguntas que le pueden hacer los futuros socios, inversores e incluso familiares o amigos.

Por tanto, sea cual sea la forma escogida, se podría pensar en una serie de cuestiones que no debería dejar sin respuesta sobre: el producto o servicio, la manera de venderlo y de fabricarlo, la inversión necesaria para el funcionamiento de la empresa y las características del empresario. Todo requiere de un plan.

Pero hay que poner estos estudios en cuarentena, pues no se puede confundir la calidad del plan con el proceso de planificación de una nueva empresa. Hay emprendedores que han seguido un proceso de planificación para poner en marcha su proyecto y que han dedicado poco tiempo a su formalización por escrito en un plan de negocio, que por tanto resulta incompleto y no refleja adecuadamente la planificación realizada.

La presentación de una documentación muy detallada y completa solo quiere decir que quien lo presenta sabe hacer –o ha encontrado la fuente o la ayuda para hacerlo– un buen plan de empresa, pero efectivamente puede no existir un nexo relevante con el éxito inicial de dicho desafío empresarial.

Lo que no significa que el plan de empresa haya muerto y que deba ser trasladado al desván de la historia. Está vivo y aún le quedan muchos servicios que prestar a los emprendedores que quieran poner en marcha una aventura. El debate académico sobre los factores que influyen en los resultados de las nuevas empresas está abierto; podría resultar prematuro cerrarlo.

Diferente, y probablemente bastante más relevante, es preguntarnos para qué puede ser de utilidad la planificación en el proceso de creación de una nueva empresa. Y a quién puede resultar útil el plan de negocio entre los diferentes actores que intervienen en el mismo.

Los psicólogos acostumbran a decir que, con frecuencia, las desilusiones son fruto de haber tenido unas expectativas excesivamente altas que después no se han cumplido en la realidad. A fin de no caer en este error parece prudente empezar enumerando para qué no sirve el plan de empresa, y posteriormente intentar apuntar algunas posibles utilidades. No predice el futuro: en un entorno cada vez más inestable, es una quimera pretender que sirva para acertar lo que pasará dentro de unos años.

Y lo que es más, tampoco asegura el éxito de la nueva empresa. De hecho, el plan de enegocio no es algo que se haga una vez y sirva para siempre: tiene fecha de caducidad. Es necesaria su actualización y revisión permanente. La planificación es más un proceso continuo que un documento formalizado.

Lo bueno es precisamente eso: que sirve para pensar de forma sistemática en el nuevo proyecto que se quiere poner en marcha. Con él se puede analizar en profundidad el negocio en el que se quiere entrar e intentar responder a las preguntas que se puedan plantear; tener previstas posibles soluciones para cualquier tipo de problema que pudiera surgir por el camino.

Además, y no es asunto baladí, sirve para comunicar el proyecto. Es un medio para dar a conocer un nuevo proyecto empresarial tanto de forma interna (a los futuros socios o al equipo fundador) como externa (a instituciones financieras, administraciones públicas, proveedores, etcétera).

El plan de empresa sirve para establecer mecanismos de control: puede ser útil al emprendedor como instrumento de análisis de las actividades de la empresa, para poder ver dónde y por qué se producen desviaciones sobre lo previsto y poder tomar así las decisiones oportunas para ir ajustando el proyecto al entorno, a la realidad.

De lo dicho hasta ahora se puede deducir que la planificación empresarial aplicada en el momento de la creación de una empresa no es la panacea, pero la inversión en tiempo y dedicación que se debe hacer para elaborar el plan de empresa termina por lo general siendo muy rentable. ¿A quién? Sobre todo al futuro emprendedor.

Hacer el esfuerzo de pasar el proyecto de la cabeza al papel es un ejercicio que obliga a pensar, y eso nunca puede ser malo. To proyecto de franquicia precisa de un plan: y si necesitas ayuda, puedes contar con nosotros.

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