McDonald’s, Murakami y la franquicia

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Andaba dándole vueltas a desarrollar, en esta entrada de nuestro blog que quería titular a toda costa «Murakami y la franquicia», la idea de la importancia de ir más allá de McDonald’s cuando hablamos de esta fórmula exitosa de hacer negocios. Ya saben, McDonald’s, esa multinacional de origen estadounidense que, según se dice, es el negocio franquiciador más reconocido en el mundo entero –no en vano tiene cerca de 35.000 resturantes repartidos por los cinco continentes– y también el más rentable de la historia.

Iba a escribir –ya saben, exagerando– que el resto, esto es, los que no sean McDonald’s o enseñas de tamaño y fama similares, navegan en la duda de la necesidad. O dicho de otro modo, ¿por qué tengo que desarrollar mi negocio como una franquicia, si en realidad nunca me lo había planteado y no sé muy bien si esto va a ser rentable o no?

El caso es que después de acudir la pasada semana a una feria, en la que diferentes asesores de franquicias recomendaban las bonanzas del modelo de desarrollo de negocio a través del sistema de franquicia. Y tras leer la muy reconocida novela del japonés Haruki Murakami, Tokio Blues, con ese ambiente ya postmoderno de aquella ciudad en los años 60 –momento en el que se desarrolla parte de la historia que cuenta–, y por no sé que extraña asociación, me paré en un párrafo que desde mi punto de vista puede ser la máxima perfecta para quien desee convertirse en franquiciador, en franquiciado o simplemente en empresario de los que intentan, todos y cada uno de los días, hacer progresar su negocio y vivir de él.

Este es el párrafo en cuestión de Murakami:

–¿Y qué debo hacer?
–En primer lugar, querer ayudar a las personas y pensar que tú también necesitas la ayuda de los demás. En segundo lugar, ser honesto. No mentir, no disfrazar la verdad, no amañar las cosas del modo que más te convenga. Nada más.

Y a partir de aquí seguimos hablando.

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