La franquicia y otras formas de comercio asociado (2 de 2)

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A diferencia de lo que sucede en otros portales de consultorías, en este ‘blog’ también pensamos en el franquiciado. Y a éste, la franquicia le supone una fuente de ventajas frente a otras formas de comercio asociado. Por un lado, disminuye el riesgo de fracaso que lleva aparejada la puesta en práctica de cualquier comercio. Si bien no supone menos esfuerzo y dedicación que un concepto puesto en marcha de forma independiente.

Lo que ocurre es que la existencia de una marca con prestigio, unida al conocimiento del mercado y la experiencia previa del franquiciador, tienen una influencia decisiva. También hay un aprovechamiento de ciertas economías de escala, cuyo ejemplo más significativo es la creación de un fondo de publicidad, que permite acciones que ningún empresario independiente podría permitirse por su cuenta.

La ventaja que supone el que la central se ocupe de tareas fundamentales como la elección de los mejores proveedores, las gestiones de compra a éstos o la instalación del sistema informático más adecuado, permite al franquiciado centrarse en la tarea que va a decidir si su negocio sale adelante: vender.

Valor añadido

Cuando un desconocido me pregunta cuál es el valor añadido de una cadena de franquicias, ironizo y le digo que apenas lo tiene: sólo se limita a poner a disposición de la red una infraestructura que facilita el trabajo de cada franquiciado, y sobre todo, un apoyo continuo en su labor diaria… Casi nada. Pero es que además, y a diferencia de otras formas de comercio asociado, el franquiciado mantiene su condición de empresario independiente, realizando las transacciones en su nombre y poniendo en juego cierta iniciativa en la gestión del negocio.

Por eso mismo, el sistema de franquicia se ha convertido en la última década en el único modelo de comercio minorista que puede mantener el pulso de las grandes superficies comerciales. La mínima maniobrabilidad del comercio tradicional, incapaz de adaptarse a los vertiginosos cambios del mercado, se contrapone al moderno sistema organizativo y a la planificación de las centrales franquiciadoras más destacadas.

Frente a otras formas

Los negocios necesitan hoy más que nunca de especialistas en diferentes áreas comerciales, por no hablar del beneficio intrínseco de contar con una marca que reúna un conjunto de características atractivas para el consumidor.

Si pensamos en lo que realmente es un negocio tradicional: un comercio independiente, no asociado ni vinculado a ningún tipo de cadena; de pequeño tamaño en cuanto al número de puntos de venta y cifra de empleados; y que dispone de una tecnología tradicional por el régimen de venta utilizado, el equipo disponible y la formación de su personal.

En esta definición ya encontramos puntos básicos que difieren del concepto de franquicia. Y muestra las dificultades para abrirse paso que padece este tipo de comercio en el devenir actual de los mercados, en el que los grandes distribuidores marcan las pautas en un entorno cada vez más competitivo, y donde la profesionalización de los diferentes departamentos de la empresa se ha convertido en una tendencia indiscutible.

 

(para leer la primera parte pincha aquí)

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